1 de marzo de 2009

Contracorriente/Revista Poder
Revisión indefinida


Se despejó la incógnita de la enmienda constitucional. Se confirmó en las urnas la respuesta de una parte del país, la mayoría, que ha venido insistiendo en los últimos diez años, en coyunturas diversas y de manera reiterada, en apoyar el proceso de cambios liderado por el presidente Hugo Chávez. Con una altísima participación, dato que empieza a ser redundante en la política venezolana desde la polarización iniciada en 2002, el país salió del mes de febrero con tareas verdaderamente apasionantes y titánicas por continuar.

Existen muchas maneras de abordar los resultados del pasado referéndum. Sin embargo, me gustaría destacar que más allá de las comparaciones, del análisis convencional de las regularidades, de los ascensos y descensos en la popularidad de fulanito o de menganito, la consulta electoral reveló una vez más el valor central que ha tenido, y tiene, el liderazgo para movilizar voluntades y para cohesionar a una mayoría de clara raigambre popular.

A este dato fundamental de la política venezolana hay que agregarle su complemento: el universo simbólico de esos 6 millones de votantes que están convencidos en 2009 de que Chávez garantiza la continuidad del proyecto de cambios, no es ni remotamente el mismo que sirvió para conquistar la presidencia en 1998. En diez años esas voluntades populares han venido transformándose y en buena medida ya han definido otra visión de país (una visión que parte de lo popular como centro de la política y de la gestión estatal).

Si esto no fuera así, hace rato que Chávez habría perdido todo su caudal electoral. La gente, en buena medida, ha hecho suya las causas que han estado en juego en el debate político. Esto hay que subrayarlo para evitar malos entendidos: no sólo de carisma o de clientelismo se alimentan las mayorías, como piensa la oposición más rancia. Si bien ésta ha sido una década marcada por la necesidad, desde el liderazgo, de interpelar a los sectores populares, de soldarlos a nombres, a títulos, a rituales y proyectos, hoy ya podemos definir las dos grandes causas que mueven a esos 6 millones de chavistas: la lucha por la inclusión, la participación y con ello la redefinición de una nueva soberanía popular; y el antiimperialismo como mecanismo para establecer nuevas y más productivas relaciones con el mundo, especialmente con América Latina.

El chavismo ha sido una mezcla continua de enfoques y aproximaciones que apuntan a la construcción de nuevas relaciones entre Sociedad, Estado y Mercado. Es un campo político en constante construcción, de allí que haya tenido altibajos importantes en los últimos años, especialmente cuando se atrevió a dar el salto del antineoliberalismo a la promoción de un socialismo del siglo XXI. Esta mayoría, que se manifestó previamente en las elecciones regionales y que creció, con respecto a la consulta de la fallida Reforma Constitucional en dos millones de votos, ha sido despreciada sistemáticamente por una oposición que simplifica el fenómeno de lo popular. Desde esta perspectiva, Chávez y sus simpatizantes son un ungüento con los peores emolientes: personalismo, clientelismo, mediocridad, derroche de petrodólares, corrupción. No en vano, los analistas pasan una semana criticándolo por estalinista, a la siguiente se lo cargan como fascista y más adelante hablan de militarismo. Y otra vez a comenzar.

A partir de este desprecio por lo popular, la oposición ha hecho una política que tiene limitantes gigantescas, puesto que no logra dar con eso que puede llamarse el “alma del chavismo”, ese plus que va más allá de los balances y de las cifras macroeconómicas, que va más allá de los intereses y de las rentas, de las campañas de miedo y de las amenazas exteriores. Hablamos de algo parecido a la esperanza, esa sustancia que no se agota en las transacciones cotidianas y que habla, más bien, de la inmensa necesidad que tiene la mayoría de cambiar, radicalmente, los valores que aún imperan en Venezuela.

La oposición certificó que febrero sería el mes del fin del mundo, de la perpetuación dictatorial y de todas esas tonterías sacadas de un maniqueo think thank. Una vez que nos dimos cuenta que la vida continúa, que sigue teniendo sus lunes y sus martes, y que la tan manida perpetuidad puede ser una palabra tan frágil como tener 8 o 9 puntos de ventaja en una consulta electoral, la política sigue siendo el territorio de lo incalculable. A la oposición, sin duda, le sale urgentemente una revisión indefinida de sus grandes apuestas.

La política venezolana necesita urgentemente de la emergencia de líderes intermedios, de nuevas caras que logren darle al movimiento popular otras referencias, nuevas guías para continuar transitando el complejo proceso de cambios, que está visto opera a muchos niveles. Hasta ahora existe un sólido líder en la cima del Estado y muchas referencias comunitarias. Falta construir el tejido definitivo intermedio, entre el Estado y esas comunidades. La política está pidiendo, de cara a las cruciales elecciones de la Asamblea Nacional, otros rostros. El chavismo se juega con esos rostros la posibilidad de demostrar que es algo más que una esperanza de millones, que también puede ser una poderosa materialidad de larga duración. Demoler el Estado inoperante y terminar de hacer funcionar la nueva institucionalidad es quizá el desafío crucial que tiene el gobierno de Chávez, si quiere sostener su candidatura por un período más de gobierno.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que facil es montarse en el carro ganador, Bujanda. Vamos a esperar unos añitos a ver en qué para tu chavismo desbocado e incondicional. Por cierto, te vi anoche en TVES vibrando con Pasolini. Que de pinga. "El Cristo que todos queremos tener como Cristo, el Cristo que representa el amor del hombre hacia el hombre". Mas nada, pues. Uh, Ah, Bujanda no se va.

Emilio Gandica dijo...

Chico, Bujanda, y si tanto desprecias a los analistas de oposicion, si estan tan equivocados siempre, si nadie les hace caso (porque perdieron el referendum por KO, como dice tu Presidente), ¿por que nunca dejas de mencionarlos? ¿Será que no tienes quien te lea en tu propio bando? ¿Será que el fondo necesitas ser aceptado por lectores como los de la revista burguesa para la que escribes?

¿No crees que debes empezar por revisarte a ti mismo, por revisar tu egolatría de literato auto proclamado con una sola novela publicada, por revisar tus motivaciones reales?

Y por otra parte, explicame como es eso del gobierno de "arrastre popular"... ¿Entonces los que votamos NO en el referendo no somos pueblo? ¿No somos gente? Chico, que maravilla de analista. El Goebbels de la Revolución. Bravo, Bujanda, has llegado bastante lejos.

Emilio Gandica dijo...

Bujanda, no es THINK THANK (????), se escribe THINK "TANK" sin H, viene de tanque, quiere decir algo asi como "tanque de ideas".

Si vas a criticar a la oposicion, hazlo escribiendo bien.

Emilio Gandica dijo...

Bujanda, como vas a meter el antimperiaslismo en este saco que planteas, si ese es precisamente el flanco ideologico mas jalado por los pelos, el menos creible en un pais tan pro-gringo y consumista como Venezuela, el significante vacio mas vacio, algo de lo que te puede dar una clase alguien como Margarita Lopez Maya. Por Dios. Eso esta bien para un ignorante, pero no para alguien como tu. Los chavistas apoyan a Chavez por cualquier razon menos por el anti-imperialismo. El anti-imperialismo no esta en el discurso de la cotidianidad.

 
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